El cuarto de las ratas...



Para E., un regalito virtual para hoy...

Y allí fue el auténtico acto de conocimiento, que Inés revolvió en el arca, y revolviendo, revolviendo, encontró cientos de cosas...
(fragmento leído en Hierba Mora de T.Moure, que me ha hecho recordar el cuarto de las ratas...)

El cuarto de las ratas no era ni tan siquiera un cuarto... Era más bien un conjunto de escaleras que formaban un pasillo estrecho y oscuro. A un lado, creo recordar un estante atestado de cachivaches y a la derecha cajas escondidas y coronadas por un gran baúl. Quizá el baúl no era tan grande... La memoria engaña a veces.
Los escalones eran desiguales y un tanto peligrosos. Era fácil resbalarse, no sé si por lo desgastado del suelo o bien por la tenue luz de la bombilla que era lo único que iluminaba ese estrecho pasaje.
Si se lograba bajar por los escalones sin titubear se llegaba al principal destino para el que había sido creado el cuarto de las ratas: la despensa. Paquetes de café, conservas, todo tipo de latas... Si nos enviaban a buscar algo, cogíamos rápido lo que nos habían pedido y volvíamos a enfilar la escalera...
Pocas veces me atrevía a ir más allá...al lado más lejano, aquel repleto de telarañas y obstáculos y tropiezos... ¡a la puerta incluso! Aquella puerta marrón y cerrada que daba directamente a la ‘otra’ casa. Observando aquella puerta, siempre se oían ruidos. Ruidos difuminados y siempre dudando si conocidos... La mirábamos de reojo cavilando cómo algún día deberíamos traspasar esa puerta, aunque fuera para matar el aburrimiento...Pero mientras pensábamos eso, ya alguien nos llamaba y subíamos corriendo aquellos peldaños que tanto nos había costado bajar...
Creo recordar que no muchas veces los bajábamos juntas ni tampoco era igual el modo que cada una tenía de hacerlo. Mientras que yo intentaba esquivar la visita al cuarto de las ratas, a la que nos despistábamos E. ya estaba revolviendo en él...buscando cualquier cosa con la que pudiera entretenerse. Me parece que a ella el cuarto de las ratas no le daba ningún miedo...
Y la verdad es que no tenía por qué darlo...jamás vimos ratas en el cuarto de las ratas. Las vimos en otros lugares de aquella casa...en el patio, en el cuarto de estar, alguna incluso correteó por debajo de nuestras camas. Era habitual ver ratoneras por toda la casa, a decir verdad...pero recuerdo que el grito de ‘el cuarto de las ratas’ como aviso de probable castigo siempre imponía y al menos, lograba que calláramos unos segundos...
Ahora no existe, supongo. Y si existe, poco quedará de aquel suelo viejo y desgastado y de los anaqueles de conservas... Probablemente olerá a hierba (de la que se fuma) y le habrán arrebatado todo aquel misterio... Bueno, y aunque físicamente se haya desvanecido, se ha quedado en nosotras...reinventado u olvidado tal vez... como tantas otras cosas... :)


Nota: Lo siento, me temo que quizá con este texto se descubra por qué aún conservas por ahí algún baúl... :)

Comentarios

larala ha dicho que…
Me alegro de volver a vernos por aquí!:)
Por cierto...en mi casa existe el cuarto de las ratas. Aunque ya sus amenazas no tienen los mismos efectos!
Besos!
Monik ha dicho que…
Recuerdo en casa de mi abuela había un cuarto subiendo unas escaleras al que me daba miedo subir...pero al final...siempre acababa subiendo con alguno de mis hermanos y una vez allí, se nos quitaba todo el miedo al ver aquello sólo llenos de trastos viejos... pero al día siguiente otra vez me daba respeto subir a él...supongo que la imaginación de los niños, entonces yo una chiquituja, es interminable...

Besitos!!
syl ha dicho que…
:)) Qué bien oír de vuestros 'cuartos de las ratas' XDD

Besos larala y Monik :)