De Yasmina Reza en Barcelona...


“Mis orígenes son muy complejos”, cuenta. “Mi padre era judío de Samarcanda, nacido en Moscú. Mi madre es húngara y también judía. Tengo la herencia doble de los sefarditas y de los asquenazis. Sin embargo, ninguno de los dos era religioso ni interesado en las tradiciones. Mi familia era la quintaesencia de la familia cosmopolita, feliz de no estar cargada de raíces. Lo contrario de lo que la mayoría de la gente busca”. La falta de raíces, el sentirse un poco externa a la sociedad en la que nació (un suburbio de clase media de París), ha marcado su obra. A tenor de su éxito, habría que decir que de manera positiva, pero Reza lo considera irrelevante en su trabajo. “Todo es bueno para un escritor. Funciona con lo que tiene. El escritor no depende en absoluto del contexto. Para un escritor es buena tanto la guerra como la vida tranquila. De todos modos, por definición está mal adaptado”. (Extraído de aquí)


Me envía un mensaje una antigua compañera de facultad y me avisa de que esa tarde Yasmina Reza estará en el Institut Français. Casualmente estoy muy cerca de allí cuando recibo sus palabras, así que allá voy. Un anuncio de última hora. El Instituto Francés cree que va a venir poca gente, pero empiezan a llegar personas y personas y, sorprendidos, deciden cederle el auditorio principal a la autora. Voy por curiosidad: no soy muy seguidora de Reza. Leí un par de obras teatrales y no me entusiasmaron. Quizá las relea ahora. Yasmina, la autora-personaje, me ha intrigado mucho más.

Reza presentaba ayer su último libro ("Felices los felices"), un conjunto de relatos enlazados donde, al parecer, reflexiona sobre el amor y desamor y las parejas. Mi amiga me lo recomienda. Hay un personaje masculino que se cree que es Céline Dion. Al mencionarlo, el auditorio ríe. Lo conocen y reconocen. Parece que la obra ha gustado. Se ha llevado el premio literario de Le Monde y ha arrasado en Francia.

Vuelvo a Reza, y no a sus escritos. Y es que ayer Reza negó casi cada una de las interpretaciones sobre la lectura de la obra que le hizo el encargado de presentarla. La autora admitió que simplemente escribe como sabe: bebiendo del teatro, usando el presente, la primera persona, las frases breves, quitando toda la paja innecesaria. No sé hacerlo de otro modo. No sé escribir en tercera persona ni en pasado. No es falsa modestia. Simplemente escribo como sé... Sin plantearse nada de lo que las tesis literarias de universidad dicen que esconden sus textos...Son una estupidez, vino a decir...

Reza no sabía si sonreír, si ponerse seria o si improvisar respuestas sesudas ante el interrogatorio que su interlocutor le planteaba.... Había momento que incluso sufría por ella. Pero Reza seguía allí, hilvanando sus ideas y volviendo al ataque a responder una nueva pregunta. Aún así, ya digo, se quedaba a ratos como "interrumpida". Le faltaban las palabras exactas para intentar expresar lo que quería decir.  Seguramente para ella todo es más fácil sobre el papel, pintando a esos personajes de su "mundo paralelo"...
 

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